Reseña "Medieval Times"

Medieval Times de Roberto Fontanarrosa

Unipersonal de Gerardo Schwartzman



Obra seleccionada para el Programa Salas en Red 2013 - INT. Agosto de 2013. Sala UNTER, Cipolletti, Río Negro.


Roberto Fontanarrosa. El canalla tenía esa destreza de escribir cuentos infinitos. Sus lecturas no terminan nunca: una cosa te lleva a la otra. Hoy te enganchaste con una palabra, mañana con otra. Leés uno de sus cuentos y al otro día lo volvés a leer y los disfrutás diferente. Y así, como si el cuento cambiara cada vez que lo leemos.
Y aunque no sean textos teatrales en cuanto a su género, contienen en sí la potencia de ser teatralizados. Parece imposible pensar que un texto escrito para la solitaria lectura individual -supuestamente- pueda desplazarse a la experiencia colectiva de estar en el teatro. Pero Fontanarrosa lo hizo posible. Esos cuentos van bien en el soporte que los pongas, tv, radio, teatro...
No todo el teatro se reduce a texto. De hecho, la palabra, el texto que se dice, es sólo un lenguaje más como lo es el lenguaje visual, sonoro, lumínico, coreográfico...Es decir que el teatro es un juego de combinaciones posibles de lenguajes que tiene por resultado una determinada composición. 
Ahora bien, hay teatro que tiene una marcada acentuación en el texto como lo es en este caso, Medieval Times.
Y cuando el texto es bueno, el actor no corre con ventaja, al contrario. El actor no tiene chance de pifiarle porque es sabido que el escenario todo se lo cobra. Y no se trata de sacralizar a Fontanarrosa, no, ni ningún texto. Se trata de que el actor tenga los recursos técnicos para que su interpretación no entorpezca la propuesta que ya está anunciada desde el texto.
Gerardo Schwartzman sabe lo que hace y conoce lo que tiene. En parte, convence con su sensible capacidad de manejar los ritmos. La puntuación en el discurso recayendo en un solo actor tiene que sonar como un violín. Y Gerardo sabe instalar los ritmos de la conversación y sus múltiples tonos. Alzar la voz ante la indignación, susurrar la confesión, hacer silencio cuando se piensa, hacer la pausa antes de caer en la afirmación.
La interpretación no desentona. Cada palabra y las miles de puteadas se oyen orgánicas en el decir del actor. Orgánico en el sentido ese de cuando la puteada sale desde adentro como cuando en el minuto 44 del segundo tiempo, casi festejando el triunfo, en un descuido del defensor, llega un centro al delantero, cabezazo y gol. Chau. Nos empataron el partido…
En ese sentido, el personaje que construye el actor no putea porque esa palabra está en el guión y hay que decirla, putea cuando el ritmo del discurso lo exige.
No es sencillo en teatro un texto con tanto registro típico de la oralidad. Tiene tal grado de complejidad que no hay más que escuchar con atención a dos personas en la calle, para darse cuenta de la cantidad de tonos que tiene la conversación.
Y enmarcar el cuento en una atmósfera teatral verosímil requiere una serie de habilidades por parte del actor que Gerardo maneja con mucha capacidad. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario