11/4/11

El estatuto de lo artístico: algunas aproximaciones teóricas



V Simposio Internacional “La representación en la ciencia y el arte”
Universidad Nacional de Córdoba, abril 2011, Tandil.




Abstract
Es de nuestro interés la idea de límite o frontera que separa la esfera del arte de otras esferas de la praxis humana dado que a lo largo de la historia la idea de arte ha obtenido diversas acepciones. La pregunta que impera esta división puede resumirse en la forma de que es el arte. Siguiendo las proposiciones de A. Danto, la historia del arte puede periodizarce por segmentos temporales en los que se distingue una manera o modo de hacer. El autor separa estos segmentos según narrativas que enmarcan los bordes de la práctica artística y dictan cuáles son los modos de representación artística de una determinada época. Por otro lado, a partir de manifestaciones artísticas como las vanguardias, época en la cual conviven una pluralidad de estilos y modos de hacer, la pregunta de qué es el arte deja de funcionar y es sustituida por la pregunta de cuándo hay arte que pertinentemente se hace N. Goodman. Desde otra vertiente teórica, la delimitación artística puede discutirse desde la idea de categoría. Shaeffer y Heinich señalan una vieja discusión entre constructivistas y esencialistas. Los primeros categorizan al arte según sus condiciones de lectura mientras que los segundos lo hacen desde sus reglas de generación. Finalmente, hay una tercera posición que nos interesa plantear y es la propuesta de E. Verón y la Teoría de los discursos sociales. Desde este lugar, el analista podría ubicar los discursos artísticos como la relación entre estas dos instancias: entre las reglas de generación y las reglas de lectura. Las tres posturas que acabamos de mencionar desarrollan una propuesta de cómo abordar las prácticas artísticas. Y a partir de ellas, creemos que nos permiten pensar una visión más global de los modos de representación del arte.


Arte, frontera, artisticidad

1. ¿Qué es el arte?

Desde la teoría del arte se ha intentado dar respuesta a lo largo de la historia, y aun en nuestros días, a la pregunta de qué es el arte. Cada época tuvo, sin embargo, su respuesta.
Siguiendo las proposiciones de A. Danto, la historia puede periodizarce por segmentos temporales en los que se distingue una manera o modo de hacer. El autor separa estos segmentos según narrativas que enmarcan los bordes de la práctica artística y dictan cuáles son los modos de representación artística de una determinada época. Nuestra contemporaneidad, siguiendo a Danto, se caracteriza precisamente por la falta de una narrativa dominante y la denomina una era posthistórica.

“Durante un periodo histórico, se supuso que para ser una obra de arte, especialmente  una obra de aire visual, la obra tenía  que  ser mimética: imitar una realidad externa, actual o posible (…) Mimesis era la respuesta filosófica habitual a la pregunta de qué es arte, desde Aristóteles hasta avanzado el  siglo XIX, incluso en  el XX” (Danto, 1998:68)









FIGURA 1.  LA ERA MIMÉTICA: “EL MATRIMONIO ARNOLFI” VAN EYCK, 1434.



Así como hubo una narrativa mimética, es decir, un modo de representación en el que se imitaba la naturaleza bajo la operatoria de la semejanza, también hubo una narrativa Moderna, operada por la autorreferencia en la que son los materiales y sus respectivas características como las texturas, colores, formas, volumen, entre otros, los dominantes en la representación.

“La  mimesis se convirtió en un estilo con el advenimiento del modernismo o, como lo denominé, en la era de los manifiestos. Cada uno de esos manifiestos intentó encontrar una nueva definición filosófica del arte, así como lanzarse a capturar el arte en cuestión. Y porque hubo muchas definiciones en esa era, fue  inevitable que adolecieran de cierta intolerancia y dogmatismo” (Danto, 1998:92)



FIGURA 2. EL MODERNISMO: MONTAJE DE PISCATOR DE 1927

A partir del agotamiento de la modernidad, sobrevino la era posthistórica la cual se presenta, precisamente, por la ausencia de una narrativa dominante y la confluencia de todas. Este es el momento en el que conviven una pluralidad de estilos y modos de hacer ya sin la fuerza de la imposición de una respuesta definitiva. A propósito Danto señala:

“En era de los manifiestos, tal como la veo, terminó cuando la filosofía se separó del estilo porque apareció la verdadera forma de la pregunta: ¿Qué es arte? Esto tuvo lugar aproximadamente alrededor de 1964. Entramos en  lo que denominé el período posthistórico una vez que se determinó que una definición filosófica del arte no se vinculaba con ningún imperativo estilístico, por lo que  cualquier cosa podía  ser una obra  de  arte” (Danto, 1998:69)


FIGURA 3. LA ERA POSTHISTÓRICA: “BRILLO BOX” ANDY WARHOL 1964

¿Será posible pensar que el fin del relato, tal como lo concibe Danto, coincida con el momento más frustrante para los teóricos dado que logró colapsar la pregunta y desbordó la posibilidad de dar respuesta? Desde el movimiento de las Vanguardias a principios del siglo XX se emprendió el camino de poner en duda los cánones, cuestionarlos y confrontarlos.

“En nuestro relato, al principio sólo la mimesis era arte, después varias cosas fueron arte pero cada una trató de aniquilar a sus competidoras, y finalmente, se hizo evidente que no hay restricciones filosóficas o estilísticas. La obra de arte no tiene que ser de un modo en especial. Y éste es el presente y, como dije el momento final en el relato legitimador. Es el fin del relato” (Danto, 1998:69)


2. ¿Cuándo hay arte? Artefacto más función estética
Desde otro lugar, Gerard Genette, quien ha dedicado gran parte de su trabajo al estudio del arte, ha considerado a partir de Goodman que en la definición misma de obra de arte confluyen por un lado, la materialidad o en términos de Genette, el artefacto, y las relaciones funcionales entre ese artefacto y las operaciones productivas de origen y destino. Es decir, cuando Duchamp tomó un objeto cuya principal función anuló y quedó sólo el artefacto que lo colocó en un museo dándole el nombre de La fuente (1917) como obra de arte, tuvo un gesto artístico. Estamos hablando del famoso readymade, el urinario.
Entonces, la pregunta de qué es el arte se ve aniquilada y sustituida por la pregunta de cuándo hay arte que pertinentemente se hace N. Goodman. La historia puede dar claros ejemplos de objetos no artisticos que devinieron arte (como mascaras de ritual, esculturas con funciones de culto y que hoy esten exhibidas en galerias y museos, etc.).


FIGURA 4.  “LA FUENTE” DUCHAMP, 1917



2.1 Unos cuantos años después…
Hay un divertido episodio que logra convencernos de lo penoso que es buscar una respuesta conclusiva: cuentan los policiales que en 1993 han procesado judicialmente a un hombre Pierre Pironcelli1  y este es acusado por vandalismo. Lo habían encontrado en una sala de Nimes orinando una de las obras. Se trataba de la exposición del urinario de Duchamp y con un martilló golpeó e hizo saltar el esmalte. El hombre alegó ser artista. Las crónicas describen al episodio como un homenaje pero también como una broma. Por otro lado, se lo calificó como una performance y de esta manera quedaría justificado el episodio. Trece anos despues volvio a intervenir el uriniario, esta vez con un martillo.



FIGURA 5. EL URINARIO INTERVENIDO

A la luz del sistema legal esto sigue viéndose como un acto de vandalismo, pero bien podría ajustarse al sistema de las artes si se argumentan los hechos como hecho artístico. Es decir que el estatuto -siempre inestable- estará dado según el sistema con el que se juzgue.


3. Rastros de escencialismo en la pregunta de qué es el arte
Desde otra vertiente teórica, la delimitación artística puede discutirse desde la noción  de categoría que es estudiada tanto por Shaeffer como Heinich. Los autores señalan una vieja discusión entre constructivistas y esencialistas. Los primeros categorizan al arte según sus condiciones de lectura. Es decir, el arte mantiene una relación de dependencia con su contexto y su presente. Mientras que los escencialistas categorizan al arte desde sus reglas de generación adjudicándole a la materialidad artística una escencia. Ambas posturas desde su lugar, determinan la frontera de lo que sería arte de lo que no lo es.
Sobre el término frontera del arte señalan que puede designar dos tipos: una refiere a las fronteras materiales que están determinadas por los lugares de exposición, galerías, museos, entre otros. El segundo tipo se refiere a las fronteras mentales y por ello comprende a las categorías que recortan la representación de la experiencia que están sostenidas por el lenguaje. La eficacia de estas fronteras mentales radica en su invisibilidad:

“El 'va de sí' de la designación espontánea es el índice de un consenso, del hecho de compartir las mismas categorizaciones, que dibuja aquello que se denomina una “cultura” común; por el contrario, la discusión acerca de estas categorías señala una crisis de las representaciones, la ruptura del consenso y, con ella, de la evidencia –ruptura que está en el centro del proceso a la obra en el arte contemporáneo”

De esta manera, los constructivistas señalarán que los criterios que determinan el comportamiento del arte son relativos al contexto y sin ningún anclaje estético. Por el contrario, los escencialistas dirán que son reductibles a su naturaleza estética y sin ninguna vinculación con su entorno externo. A partir de estos criterios antagónicos, los autores proponen que no hay que elegir entre un constructivismo absoluto y un esencialismo igualmente absoluto:

“Tal recorte entre conceptos discontinuos proviene del logicismo y no del mundo vivido, el cual opera no por saltos entre opciones contradictorias y por lo tanto inconciliables, sino por desplazamientos continuos entre polaridades. El mundo real no está ni totalmente construido ni totalmente dado”

Esta segunda postura, sin embargo, no excluye lo señalado por Danto. De alguna manera, un estilo -como modo normativo- determina tanto las reglas que operan tanto en la producción como así también en la recepción.

4. El arte desde la teoría de los discursos sociales
Finalmente, hay una tercera posición que nos interesa plantear y es la propuesta de E. Verón y la Teoría de los discursos sociales. Podría ser esta la posición que de alguna manera engloba a las anteriores mencionadas.
Para empezar diremos que la base en la cual se asienta la teoría de los discursos sociales es la del pensamiento ternario. Esto significa que un analista debe tener en cuenta que el objeto que elige estudiar es un fragmento de la semiosis social y que dicho fragmento está en relación con sus condiciones de producción y  reconocimiento que a su vez son otros discursos. Asimismo tendrá que tomar en cuenta el concepto de circulación que se define como la diferencia entre producción y reconocimiento. Esto significa, en otras palabras, que no hay posibilidad de simetría entre producción y reconocimiento. No existe en los fenómenos sociales una dirección lineal del sentido.
El discurso será pues una materialidad significante (pues la materialidad del objeto no significa nada por sí misma) y reconstruye las operatorias por las cuáles esa materialidad se inviste de sentido. Es decir, lo que se reconstruye es el proceso de significación de los fenómenos.
En consecuencia, el trabajo del analista consistirá en aislar aquello que va a analizar y encontrar marcas en el discurso que pueden vincularse con discursos que intervinieron en la generación del discurso analizado (condiciones de producción) o con las lecturas que se determinaron a posteriori.

“El análisis de los discursos no es otra cosa que la descripción de las huellas de las condiciones productivas en los discursos, ya sean las de su generación o las que dan cuenta de sus ‘efectos’(...) Una gramática de producción define un campo de efectos de sentido posibles: pero la cuestión de saber cuál es, concretamente, la gramática de reconocimiento aplicada a un texto en un momento dado, sigue siendo insoluble a la sola luz de las reglas de producción: sólo puede resolverse en relación con la historia de los textos” (E. Verón, 2004:130)


5. De las definiciones teóricas a la aproximación de la experiencia estética
Las tres posturas que acabamos de mencionar desarrollan una propuesta de cómo abordar las prácticas artísticas. Y a partir de ellas, creemos que nos permiten pensar una visión más global de los modos de representación del arte.
Asimismo, no dejamos de tener en cuenta que la artisticidad no es una propiedad inmanente de los objetos que pueda ser aislada dentro de su materialidad, sino que se trata de una característica que se le adjudica a los objetos a partir de metadiscursos.
En sintonía con la teoría de los discursos sociales, consideramos a los metadiscursos como aquellos textos que estabilizan un recorrido de lectura, ya sea desde sus gramáticas de producción, ya sea desde sus gramáticas de recepción, que en este caso se tratará de la afirmación del estatuto artístico de un objeto cualquiera sea. En este sentido la idea de frontera o límite que separa la práctica artística de la práctica científica, por ejemplo, se convierte en un concepto irregular –a lo largo de la historia- y su funcionalidad para separar un área de otra se torna problemático.
Para concluir, tomemos por caso la experiencia de No Ark (2007)2. ¿De qué manera fundamentar la artisticidad o no, de No Ark?



FIGURA 6. NO ARK. ORON CATTS Y IONAT ZURR, 2007

La aludida pertinencia del objeto para discutir la problemática de la delimitación, podría desprenderse de que No Ark pone en relación un discurso científico desde un ámbito artístico. Es decir, si pensamos en los modos de producción de la obra (de acuerdo a reglas de generación) no sería una obra artística, sin embargo se le podría conceder artisticidad en cuanto a su circulación en tanto que sucede en un ámbito artístico. Por otro lado, la tematización de la obra presenta un cuestionamiento de las apropiaciones y categorizaciones de lo que es vida y lo que no lo es por parte de los discursos de las ciencias naturales. No obstante, esta discusión se desplazada para ser (re)apropiada en el ámbito de circulación de los discursos artísticos.
En consecuencia, podría adjudicársele a No Ark un estatuto artístico desde la exhibición y circulación “artística” de un discurso científico.
Si tomamos a Genette podríamos mencionar además, que su sistema paratextual lo presenta como un proyecto artístico sin omitir su naturaleza científica. Por otro lado, observamos relatos legitimizadores de su estatuto artístico como por ejemplo la promoción del Concurso Internacional Arte y Vida Artificial de Fundación Telefónica en el que No Ark fue premiado con el segundo premio.
Más allá de lo expuesto, podría agregarse que No Ark preserva su estatuto artístico en el presente, determinado por su pertenencia tipológica y la identificación de comportamientos técnicos, genéricos y estilísticos (S. Moyinedo, 2009) que regulan su circulación social como obra artística.
Asimismo, podríamos señalar que el estatuto de dicho objeto es susceptible de ser desplazado hacia lo artístico o lo científico según desde dónde se lo aborde, qué se recorta y cómo se lo fundamente. Sin embargo, hay que considerar como ya lo mencionamos anteriormente, la relación entre las condiciones de su producción y recepción y sus efectos -inaprensibles- de sentido.
En conclusión, la artisticidad de una obra puede determinarse en tanto se considere su circulación y los metadiscursos como parte de la definición estética de una época.


Notas


1.   En Internet puede encontrarse información ampliada al respecto y las diversas controversias generadas por ambos episodios


Referencias


Danto, Arthur (1999) “Introducción: moderno, posmoderno y contemporáneo”,
“Narrativas maestras y principios críticos”, en Después del fin del arte, Barcelona: Paidos

Goodman Nelson (1990) Maneras de hacer mundos, España: Antonio Machado

Heinich, N. y Schaeffer, J-M (2004) Art, creation, fiction. Entre philosophie et sociologie, Nîmes: Éditions Jacqueline Chambon

Moyinedo, Sergio (2008) “¿Cuándo hay arte?” Determinaciones discursivas de la circulación artística. Capítulos II y III de la Tesis correspondiente al Magister en Estética y Teoría del Arte, Fac. de Bellas Artes, UNLP.

Verón, Eliseo (2004) La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad, Mexico: Gedisa