6/10/10

Teatro + Cine: posibilidades narrativas de la articulación de dos dispositivios


VIII CONGRESO NACIONAL Y III INTERNACIONAL DE SEMIÓTICA DE LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE SEMIÓTICA. "CARTOGRAFÍA DE INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS"
CARTOGRAFÍA DE INVESTIGACIONES SEMIÓTICAS
6 al 8 de Octubre de 2010, Posadas, Misiones, Argentina



TEATRO + CINE: POSIBILIDADES NARRATIVAS DE LA ARTICULACIÓN DE DOS DISPOSITIVOS

Palabras Clave:
Teatro – cine – narrativas – hibridación – dispositivo – posmoderno

Resumen:
El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación “La dimensión ético/política del arte contemporáneo II: artes escénicas e imagen técnica, especificidades e interrelaciones”.
Dicha investigación se inscribe en el marco de los estudios que desde la tradición marxista y neomarxista, pensaron la crisis de las categorías estéticas de la modernidad cultural -autonomía, totalidad, racionalidad, arte/industria cultural-, y la eclosión de nuevas modalidades discursivas caracterizadas por ciertos rasgos posmodernos -hibridación, fragmentación, intertextualidad, etc.-.
De esta manera, circunscribiremos nuestro análisis en este segundo momento y nos proponemos estudiar la dimensión de la imagen técnica y su rol en la transformación de modalidades narrativas en las artes escénicas.
Para este fin, tomaremos la obra de teatro “Sin Sangre” del grupo chileno Teatro Cinema dado que forma parte del campo de las producciones artísticas de nuestra contemporaneidad en la que observamos modificaciones en las estrategias de representación y a su vez nuevos modos de visibilidad del arte posibilitados por la combinatoria de dos dispositivos.


La investigación “La dimensión ético/política del arte contemporáneo II: artes escénicas e imagen técnica, especificidades e interrelaciones” se inscribe en el marco de los estudios que desde la tradición marxista y neomarxista, pensaron la crisis de las categorías estéticas de la modernidad cultural como autonomía, totalidad, racionalidad, arte/industria cultural, y la eclosión de nuevas modalidades discursivas caracterizadas por operatorias como la hibridación, fragmentación, intertextualidad, etc.
Trabajaremos este segundo momento prestando atención a la dimensión de la imagen y su rol en la transformación de modalidades narrativas en las artes escénicas. Para introducirnos en este aspecto de las transformaciones nos resulta de gran utilidad y pertinencia los conceptos desarrollados por Jaques Rancière en “Sobre políticas estéticas”. En dicho texto, el autor señala la existencia de un régimen de identificación del arte y define este régimen como aquel que pone determinadas prácticas en relación con formas de visibilidad y modos de inteligibilidad específicos. Sin este régimen de percepción y de pensamiento que posibilita distinguir formas como formas comunes (es decir, formas legibles), no hay arte.
Por otro lado, Rancière define la política del arte como la reconfiguración de la división de lo sensible, es decir, “en introducir sujetos y objetos nuevos, en hacer visible aquello que antes no lo era”. Más adelanta señala que en esta división se hace presente la creación de disensos y esto constituye una estética de la política. La relación entre ambas, entre estética y política es entonces “la manera en que las prácticas y las formas de visibilidad del arte intervienen en la división de lo sensible y su reconfiguración, en el que recortan espacios y tiempos, sujetos y objetos, lo común y lo particular”
Asimismo podríamos relacionar el régimen de identificación del arte -el cual permite distinguir formas de visibilidad- como un sistema de validación en el que se pueden encontrar las reglas de la producción artística, y la creación de disensos como la reconfiguración de los objetos envueltos en ese régimen.
Pero vamos inmediatamente a ejemplificar esto que acabamos de mencionar: la obra de teatro “Sin Sangre” del grupo chileno Teatro Cinema forma parte del campo de las producciones artísticas de nuestra contemporaneidad en la que observamos modificaciones en las estrategias de representación y a su vez nuevos modos de visibilidad del arte posibilitados por la combinatoria de dos dispositivos.
En trabajos anteriores (I. Ibarra, 2009) abordamos el análisis de esta obra a partir de cuatro variables: hiperdispositivo-configuración de personajes-espacio-tiempo. Esta elección no es caprichosa sino que creemos que a través de las variables mencionadas podremos al menos intentar dar cuenta de sus operatorias y de esta manera poder acercarnos, aunque sea aproximadamente, a la especificidad del objeto.

Hiperdispositivo: Dada la articulación del dispositivo teatral y el dispositivo cinematográfico, quisiéramos enfocarnos en el resultado de este encastre. En esta obra observamos una manera particular de mostrarse. La producción de imágenes posibilitadas por el resultado de este hiperdispositivo anteriormente señalado modifica el esquema perceptual que puede preverse en un contrato de lectura –clásico- entre actores/espectadores: a lo que el espectador de teatro mira como cuerpos en escena que se desenvuelven en un determinado espacio dando un plano específico, se añaden otros nuevos planos. Los cuerpos están ahora expuestos a nuestra mirada mediatizados por una pantalla de cine y en este sentido, si observamos la proyección de un plano detalle, éste fija el punto de vista del espectador dando por efecto su inclusión a la escena.

Configuración de los personajes: en cuanto a la caracterización de los personajes es importante señalar la fuerte gestualidad y el uso de la amplitud del espectro de la voz que da como efecto de sentido una actuación simbólica, codificada o mejor dicho, del artificio que tiene la interpretación. No habría que olvidar a Pasolini cuando anuncia que el teatro utiliza los mismos signos icónicos que la realidad dando cuenta así del carácter construido que tiene ésta y no sólo exclusivamente de las representaciones teatrales -incluyendo las puestas realistas-. Por otro lado, también notamos el uso que se hace del castellano neutro, más difundido y percibido en los doblajes de cine que en el teatro de habla hispana. Es decir, a través del registro de la voz neutra tanto como el de la interpretación, el artificio está expuesto.

Espacio: cuando observamos las variables que se suceden en el nivel de la historia y del discurso, es decir, en lo que se cuenta y cómo se lo cuenta, vemos que la configuración del espacio está escenificada con pocos objetos y completada con proyecciones. De esta manera, una escena tomada de la obra que representa a una mujer y un hombre sentados en una mesa de bar se incorpora la proyección de todo ese espacio en donde se ven otras mesas, otras personas, los mozos, entre otros. Otro uso del espacio está dado por la existencia de una translocación de planos, es decir, al plano frontal que da el espacio teatral se suman planos verticales. Será mejor explicar esto ejemplificándolo: se observa una pareja de frente, detrás de ellos una cama parada en vertical. Esto se combina con una proyección de un ventilador de techo visto de frente y que está delante de los actores con lo cual se obtiene un plano cenital de la escena y la pareja no está de pie sino acostada. Con esto queremos decir que el espacio se utiliza tanto frontal como verticalmente.

Tiempo: en cuanto a la configuración del tiempo se observan los mismos tratamientos que puede haber en el cine como los flashbacks, simultaneidad, condensación, elipsis, pero también se agrega el tiempo psicológico más regular en el teatro. Si bien es posible utilizar estas mismas figuras con otras operatorias en el teatro, aquí se resuelven de manera cinematográfica.

A modo de conclusión
La importancia de una producción como ésta reside en el hecho de que parecería inaugurarse una nueva manera de hacer generando un espacio relativamente novedoso de interacción entre la obra y su espectación. Se asistiría entonces a la emergencia todavía difusa de una estrategia diferente que implicaría un nuevo planteo en la representación.     Por otro lado, el impacto de nuevas imágenes para el teatro puede despertar la atención del espectador si consideramos que éste tiene un saber preexistente en cuanto a la contemplación de imágenes. Como dice el prólogo de Eulàlia Bosch en Modos de Ver de Jhon Berger “Lo visible no es más que el conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar. La realidad se hace visible al ser percibida”. La creación de estas nuevas producciones que modifican una visibilidad estabilizada atenta contra ese saber previo haciendo más compleja la capacidad perceptiva en la propuesta de una estética que expone una reconfiguración de la división de lo sensible y por ello, generando un espacio inédito, tal como es formulado por Rancière. Pero también Berger señala que la percepción o apreciación de una imagen depende de nuestro propio modo de ver.
Por supuesto no es nueva la utilización de recursos cinematográficos en el teatro. Pero aquí, la fusión entre lenguajes no está sólo en lo que se puede “mirar”, sino que nos arriesgamos a señalar, que aquí hay una nueva estrategia de representación, o parafraseando a Ranciére, una nueva forma dentro del esquema perceptivo que distingue otra manera de visibilidad del arte.



Bibliografía:

Berger, J. (2007) 2º Edición. Modos de ver, G. Gili, Barcelona
Rancière, J. (2005) Sobre políticas estéticas. Universitat Autònoma de Barcelona, Server de Publicacions, Barcelona.
Traversa, O. (2009) “Por qué y cómo estudiar las tapas de las revistas: el papel de la noción de dispositivo”. Revista Figuraciones Nº5 (www.revistafiguraciones.com.ar)
------------------------- (2001) “Aproximaciones a la noción de dispositivo”, signo y seña 23, Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA







10/9/10

La dimensión de lo popular en el teatro Latinoamericano

(descargar archivo en PDF)

XIV Jornadas Nacionales de Investigadores en comunicación “Investigación y Participación para el Cambio Social”
16, 17 y 18 de septiembre

RED NACIONAL DE INVESTIGADORES EN COMUNICACIÓN - UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES - Departamento de Ciencias Sociales - Licenciatura en Comunicación Social



LA DIMENSIÓN DE LO POPULAR EN EL TEATRO LATINOAMERICANO

Para emprender una reflexión acerca de la dimensión de lo popular, cuando se refiere a las prácticas teatrales, nos propusimos tomar en cuenta el espacio de su circulación. 
Para ello, nos referiremos al 2º Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano realizado en la ciudad de Jujuy en enero de 2010, que dispuso un espacio de desmontaje para promover el encuentro y reflexión entre los elencos.
A cada grupo se le propuso desarrollar en este espacio, el proceso creativo que dio por resultado el espectáculo y se indagó en las técnicas teatrales utilizadas, el espacio escénico, otros lenguajes que intervinieron y todas aquellas condiciones de producción que fueron observadas en la puesta. Por otro lado, y dado el marco de “popular” que denominó al encuentro, se le solicitó a cada grupo que caracterizara desde su lugar de trabajo, de qué manera concebía lo popular en su propia producción teatral.
Con el material obtenido de los desmontajes, pareció pertinente acudir a la noción de género y estilo. Según ciertas proposiciones, tanto géneros como estilos pueden clasificarse de acuerdo a sus aspectos temáticos, retóricos y enunciativos. De esta manera, podríamos ordenar la inmensa dimensión significante del teatro popular clasificando lo popular cuando se lo planteaba en alguno de estos aspectos y los juegos de interrelación y dominancia que se da entre ellos.

Teatro-popular-circulación


ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN
En la semana del 8 al 13 de enero de 2010 se llevó a cabo la 2° Edición del Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano en la ciudad de San Salvador de Jujuy. El encuentro incluyó conferencias, talleres, presentaciones de libros y subieron al escenario alrededor de treinta espectáculos provenientes de diversas ciudades de Argentina, Colombia, Venezuela, México, Brasil, Chile y España. Además de la diversidad geográfica, se observó una fuerte heterogeneidad de estilos y géneros que caracterizaron a las obras que conformaron  la programación.

Puede resultar engorroso describir la estructura del encuentro pero creemos que es algo necesario de hacer, dado que ésta, en cierta manera, puede darnos algunas pautas de cómo se organiza la práctica del teatro popular alrededor de un encuentro.

Ahora bien, éste se organizó estructuralmente en varias partes: a la mañana se realizaron conferencias y presentaciones de libros. Pasado el mediodía, se desarrolló el espacio de desmontaje que he coordinado y en el que participaron, no sólo para mi feliz sorpresa, casi la totalidad de los elencos. A la tarde, algunos grupos ofrecieron talleres abiertos y a la noche se presentaban las obras en varios puntos de la ciudad y alrededores en forma simultánea.

No es menos importante señalar algunos aspectos en cuanto a la recepción de los grupos que estuvo a cargo de la Organización Barrial Tupac Amaru –barrio en el cual también se realizó función-. Todos aquellos que integraron el Encuentro fueron alojados en una misma sede, la escuela primaria Germán Abdala de la Organización donde también se les ofreció el desayuno, el almuerzo y la cena. Este tipo de estructura en la que los grupos compartieron cuarto, baño y las diferentes comidas del día, favoreció positivamente la convivencia y una fuerte vinculación entre los distintos grupos.

En cuanto a las funciones específicamente, la modalidad que se adoptó fue que cada elenco hiciera una presentación en la sede central, la vieja estación de ferrocarril, y el resto de los días tenían programado de dos a cuatro funciones más, que realizaron en las otras sedes del Encuentro. Algunas de estas sedes se situaron en barrios aledaños a la ciudad como el Alto Comedero, barrio San Pedrito, entre otros. Otras sedes se ubicaron en distintos pueblos de la Quebrada.

De esta manera, cada grupo rotaba de sede y se encontraba con públicos diversos en edad, género, condición social, política y económica. El aspecto menos conveniente de esta estructura es que no todos los integrantes del encuentro pudieron ver las funciones de los otros grupos. Es por ello que, como coordinadora del espacio de desmontaje tuve que limitarme al espacio de la sede central para poder presenciar la totalidad de la programación.

Asimismo, cada noche se presentaron de cuatro a cinco espectáculos en el escenario central que participaron al día siguiente del espacio de desmontaje. Este espacio que me fue propuesto por los organizadores de ENTEPOLA fue abierto para reflexionar acerca de los procesos de producción de cada obra y se discutieron los criterios de lo popular en el trabajo performático de los grupos.

EL ESPACIO DE DESMONTAJE   
Es importante destacar el alto índice de participación de los grupos en el espacio del desmontaje. En este sentido, podría señalarse que el fenómeno de alta concurrencia, que se mantuvo durante todo el encuentro, da cuenta del entusiasmo y la necesidad de reflexión sobre el estado del arte en las prácticas del teatro popular contemporáneo. Podría señalarse también que la riqueza de las exposiciones estuvo fuertemente marcada por los diversos lugares de procedencia de cada uno de los participantes y sus distintas realidades políticas, económicas, sociales e históricas.

Este espacio promovió el encuentro entre los elencos que habían realizado función el día anterior en el escenario central y la participación de aquellos elencos que fueron en calidad de espectadores. A cada grupo se le propuso desarrollar el proceso creativo que dio por resultado el espectáculo y se indagó en las técnicas teatrales utilizadas, el espacio escénico, otros lenguajes que intervinieron y todas aquellas condiciones de producción que fueron observadas en la puesta. Por otro lado, y dado el marco de popular que denominó al encuentro, creí pertinente que cada grupo desde su lugar de trabajo caracterizara de qué manera se concebía este aspecto en su propia producción teatral.

En lo que corresponde a la frecuencia de los desmontajes, se desarrollaron durante cinco días consecutivos de los seis que duró el encuentro. Cada día y de acuerdo a las funciones que se habían presentado se abordaron los siguientes tópicos:

EL DESTINATARIO DEL TEATRO POPULAR
Se discutió principalmente la noción de público, es decir, el para quién. En la inmensa dimensión que abarca la noción de teatro popular, puede desprenderse al menos un tópico y es el que refiere a la clasificación del público. En otras palabras, lo que intentamos decir es que en el imaginario de, por lo menos, quienes participamos en este encuentro flota la idea de ligar teatro popular=para todos. No obstante, es preciso señalar que en el mismo imaginario, el para todos no incluye todas las variables (retomaremos esto más adelante).

Se observó, por ejemplo, que una de las obras realizadas por la compañía de Colombia se trataba de un infantil en el que se establecía un vínculo directo con el espectador a partir de la interpelación e inclusión de éste. Asimismo, la obra contenía un fuerte mensaje ecológico, resaltando de esta manera la preponderancia del mensaje de concientización a través del dispositivo teatral.

El mismo día, una obra realizada por una de las compañías brasileras se dirigía a un público adulto; esto se desprende por ejemplo de algunas configuraciones retóricas como la representación de escenas eróticas.

Pero lo que importa destacar es que pudo evidenciarse que desde la propuesta de la programación, el mismo día se presentaron al menos dos obras que construyen dos destinatarios absolutamente diferentes. Esto, en términos generales fue fuertemente cuestionado y al menos dos posturas fueron definiéndose. Una proponía la homogeneización del perfil del espectador de teatro popular. La otra, le concedía al encuentro la democratización de los lenguajes y de esta manera tener llegada a distintos públicos ofreciéndoles un abanico de posibilidades para que finalmente elija aquello que más le gusta.

ARTE Y POLÍTICA
Gran cantidad de las exposiciones estuvieron marcadas por la discusión del carácter político del arte, y en este caso, en el teatro popular. Asimismo, se discutieron las variadas configuraciones de las obras. En este sentido, lo que fue definiéndose fue que las elecciones del director -o quien haga a su vez de director- respecto al formato de la obra, son decisiones políticas y sumado a esto se desprendería que aunque la obra no tuviera explícitamente un mensaje de contenido político, éste atraviesa la imprenta.

En esta línea, una obra de danza montada por la compañía mexicana, representaba distintos bailes de salón. A primera vista, se prejuzgó un trabajo montado por bailarines profesionales adentro de vestuarios emplumados y hasta su poca correlación con el teatro popular. Sin embargo, en el desmontaje se descubrieron ciertos aspectos que no se habían visto arriba del escenario: por ejemplo, el coreógrafo resaltaba su elección de trabajar con bailarines no profesionales (que incluía amas de casa, mecánicos, maestros, entre otros) que recluía de talleres abiertos a la comunidad montados en barrios humildes de México y que a partir de la formación de una compañía de danza desde el taller, las funciones realizadas por ésta, se destinaban frecuentemente para beneficencia.

Es decir, lo popular no se desprendía de lo que se podía observar en el escenario, sino en las condiciones en las que se producía esa obra, en tanto que desde un taller abierto se formaba una compañía, que luego daba funciones en el mismo espacio de circulación en el que se había concebido. Hubo razones para creer entonces, que lo popular no se imprime sólo en el acontecimiento observado durante la espectación.

También se habló del cuerpo, en este caso el del actor, como cuerpo ideológico. Este cuerpo alberga la memoria de la historia del pueblo. De esta manera, el teatro, como toda producción humana -y social- está investida de sentidos que conforman una idea de lo político. Toda decisión estética es por lo tanto ideológica; desde recuperar mitos populares y representarlos en escena, como las decisiones que comprometen al espacio escénico, como lo es la elección de un formato que se adapte a todo tipo de espacio, principalmente la calle.

Las decisiones estéticas -como posturas políticas- se conciben entonces como uno de los aspectos que se desarrollan en la práctica del teatro popular. En este sentido, observamos en otro ejemplo, un infantil en el que los actores manipulan títeres y que la voz que les dan a sus personajes es de carácter onomatopéyico acentuando la gestualidad de las acciones de los muñecos. Esta configuración elegida por el director, hace posible que el espectáculo pueda presentarse en cualquier ciudad del mundo y al poder ser fácilmente decodificada en cualquier idioma, se le pueda conceder un carácter inclusivo. En consecuencia, se desprendía que lo popular en esta obra está claramente ligado a la retórica, y que produce a su vez, un efecto en la recepción en tanto su carácter inclusivo.

Otro ejemplo con respecto al texto lo encontramos en el espectáculo de varieté que reunía números de magia, de danza y de humor. El grupo manifestaba que, la representación de una obra casi sin texto disminuye las dificultades que pueden presentarse con respecto al idioma.  

HACIA UNA DEFINICIÓN DEL TEATRO POPULAR
Hacia el final del Encuentro, se llevó a cabo una conferencia de cierre titulada “Hacia una definición del Teatro Popular” instalándose un fuerte discusión de los principales tópicos que fueron planteados y definiéndose en los desmontajes. A continuación intentaré recapitular y traducir -y por ello espero no traicionar a mis compañeros- las memorias que fui tomando en cada desmontaje y en la conferencia de cierre para finalmente darle un orden teórico-metodológico:
        
LO POPULAR EN LO TEMÁTICO, RETÓRICO Y ENUNCIATIVO
Parece pertinente acudir a la noción de género y estilo de Oscar Steimberg  para ordenar el material surgido de este encuentro. Según señala el autor, tanto géneros como estilos pueden clasificarse de acuerdo a sus aspectos temáticos, retóricos y enunciativos. Si bien, lo popular no es un concepto estable que pueda definirse dentro de los marcos de un género o un estilo, sino, más bien tiene un carácter invariable, aún así podríamos ordenar esa inmensa dimensión clasificando lo popular cuando se lo planteaba en alguno de estos aspectos. En esta línea podríamos decir que, a grandes rasgos, lo popular atraviesa estas tres áreas que desarrollaremos a continuación:

LO POPULAR EN LA ELECCIÓN TEMÁTICA
Se observó en muchas de las obras la tematización de mitos, leyendas o personajes típicos de un pueblo o ciudad. En otros casos se ponían en cuestión procesos históricos, o representaciones de situaciones conflictivas sociales popularizadas a través de los medios masivos de comunicación, como por ejemplo una obra de teatro foro en la que se tematizaba las relación de opresor/oprimido dentro del ámbito de violencia escolar.

LO POPULAR EN LA RETÓRICA
La retórica de una obra se la definió, como ya lo mencionamos anteriormente, en términos de decisiones estéticas referidas a las cuestiones formales, es decir, la pincelada poética que reúne los elementos de configuración de la obra en la que reside una decisión política en tanto que se asume una postura. Esta decisión, en cierta forma, se encuentra afectada por las condiciones sociales dadas. Los grupos manifestaron que lo popular en este caso, se desprendería de la elección –política- de determinadas formas por sobre otras.
             
LO POPULAR EN LA RECEPCIÓN
Se habló también de la manera de abordar el teatro como práctica generadora (o restablecedora) de vínculos sociales. Éste fue un eje fuertemente debatido durante los desmontajes en cuanto al para quién como ya lo hemos expuesto.

Podríamos agregar, que muchos grupos reconocieron en el teatro popular un espacio social que implica la accesibilidad -de consumo- “para todos”, no obstante, este término que connota la inclusión se asocia casi exclusivamente a poblaciones de bajos recursos, en riesgo o marginales, excluyendo de esta manera, otras variables que conforman a otros colectivos sociales. Fue entonces que surgió la pregunta ¿para todos? o ¿para todos los pobres? En consecuencia, se advirtió la necesidad de ser cuidadosos en este aspecto y ser lo suficientemente lúcido para reconocer la existencia de ciertos sentidos clasistas cuando se habla del teatro popular como un teatro “para todos”.

A MODO DE CIERRE
Cabe señalar que si bien puede clasificarse una obra en cualquiera de los tres campos mencionados, éstos se interrelacionan y se afectan mutuamente en los tres niveles. Así pues, una obra en la que predomina una configuración retórica que elimina todo texto hablado, por ejemplo, recae en los aspectos enunciativos dado que afecta directamente a la recepción y construcción del destinatario.

Ahora bien, este modelo que se propone es a modo de organizar las múltiples significaciones que se le adjudican al teatro popular sin pretensiones de definirlo y clausurarle sentidos. Sólo intentamos abordar las diversas lecturas que se realizaron en torno a nuestro objeto, el teatro popular, en el marco de este Encuentro.


BIBLIOGRAFÍA:

Steimberg, O. (1993) Semiótica de los medios masivos, Buenos Aires: Atuel.

Verón, E. (1988) La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad, Barcelona: Gedisa.



20/8/10

Tragedias y conflictos sociales en escena


XIX CONGRESO INTERNACIONAL
DE TEATRO IBEROAMERICANO Y ARGENTINO
Buenos Aires, 3 al 7 de agosto de 2010 / Facultad de Filosofía y Letras-UBA-
25 de Mayo 221



Tragedias y conflictos sociales en escena

El objeto irrepresentable
La cuestión de cómo se estetiza el horror ha sido tratado por el cine en relación a la imagen. Concepciones como la de Daney, observan que en el período de postguerra, las imágenes ficcionales y documentales producidas de manera convencional por el cine, no son capaces de aprehender el objeto al que refieren. De manera que es el acto de enunciación la única posibilidad de salida de esta irrepresentabilidad. Lo notorio de esta imposibilidad, de capturar al objeto por medio de una imagen, es que en esa imposibilidad es donde la enunciación resuelve el problema de la referencialidad.
Asimismo, los temas del mundo que toma por objeto el arte son universales, de manera tal que si desplazamos esta problemática -la de la incapacidad de aprehensión del objeto- al teatro, ¿qué posibilidades tiene el lenguaje teatral de representar lo que parece irrepresentable?
Fue a partir de esta pregunta, que nos motivó a poner la mirada en aquellas puestas teatrales de nuestro país desde el 2000 en adelante, y que, de alguna manera, abordan temas serios como el genocidio, la guerra y la violencia haciendo referencia, por ejemplo, a hechos concretos como la última dictadura pero que, sin embargo, no lo hacen desde lo dramático, sino más bien desde lo cómico.
A propósito de esto, en un trabajo de Oscar Traversa respecto de tapas de semanarios (2009) el autor señala que:
        
         “La manifestación esencial de lo reidero, como no podría ser de otro modo, se identifica por los desvíos de lo serio (…); se trata al fin de procedimientos operatorios efectuados sobre algún soporte material que infringe o modifica una regla de uso, pero no cualquiera” (Oscar Traversa,  2009)

Esto ya nos inquieta para realizarnos la siguiente pregunta: ¿qué tratamientos utiliza el lenguaje teatral para desviar temas serios hacia lo cómico? ¿Cómo transforma el teatro el efecto de solemnidad en un efecto reidero?
Antes de abordar estas cuestiones habría que preguntarse, al margen de los metadiscursos, bajo qué concepto podemos afirmar que una obra es cómica. Oscar Traversa se hace una similar pregunta en el trabajo anteriormente señalado y la respuesta que da es la siguiente:
        
         “La solución no es otra que empírica, será cómico aquello que nos ha hecho reír junto a otros o que se afirma, de alguna manera, que se lo puede incluir en esa clase, apelar entonces a un supuesto consenso, puesto de manifiesto en algún fragmento discursivo”

Y más adelante aclara:
        
         “Quien, por infortunio, se libra a la risa junto a otros silentes o ceñudos comete un acto asocial límite, los otros pueden juzgarlo con benevolencia sólo si no se es "de la parroquia" (del barrio, del país, de la misma lengua), de lo contrario la sentencia puede ser implacable: grosería, minusvalencia espiritual o, caso extremo, un defecto grave de salud mental. Sólo una soberbia desafiante u orgullosa nos salva de no sentir, en esas situaciones, la pena del aislamiento. La risa y todo aquello que pueda originarla, entonces, no puede negarse que es cosa seria” (O. Traversa, 2009)

En este sentido, las tensiones que pueden manifestarse frente al disenso pueden poner en evidencia el juego de relaciones y reglas de uso respecto de -en este caso- un hecho teatral y así dar cuenta de la inevitable distancia entre la producción y los efectos de su recepción.

Tratamientos de lo cómico como acto enunciador
Siguiendo a Daney, los films que pueden pensarse como justos o morales son aquellos que logran desdibujar el referente real al cual pretenden acercarse, dejando en primer plano al enunciador o a la interpretación.
Conscientes del peligro que se corre con ciertas analogías, por el momento nos permitimos interrogarnos acerca de si sería posible pensar en lo cómico como el acto enunciador que permite distanciarse del objeto al que se está refiriendo.

Las formas de lo cómico
Aquellos espectáculos teatrales de los que se espera provocar la risa en el espectador, se los suele clasificar dentro de su paratexto como parodia, comedia, pastiche, sátira, grotesco, absurdo y hasta tragicomedia. Pero lo que aquí nos interesa no es definir cada categoría que nombramos, sino describir las transformaciones hacia lo cómico, tomando a éste como la dimensión macro en la que se desenvuelve el acto enunciador y que engloba las categorías mencionadas anteriormente.
En este sentido, entonces, ¿qué recursos tiene el teatro para producir lo cómico?

Análisis de las obras
Un modo de acercarnos para esbozar alguna respuesta es a través del análisis de un corpus de obras integrado por ¿Qué onda con Borges? y Siete niños judíos. Una obra para Gaza (de Caryl Churchill) de Marcos Arano y El secuestro de Isabelita de Daniel Dalmaroni en las que prestaremos especial atención a los recursos estéticos puestos en escena que forman parte del proceso de transformación del tema serio a lo cómico.

La ironía
Una figura que puede asociarse con lo cómico es la ironía. Definida como lo que se da a entender diciendo lo contrario, esta operación se puede ver claramente en la interpretación. El texto va para un lado pero en su contexto, el actor a través de algún gesto lo lleva para otro.
En 7 niños judíos obra que tematiza la guerra en la frontera de Gaza entre palestinos e israelíes, hay un guiño del director que desvía el texto a la representación irónica. Al principio puede pensarse esta ironía como una operación que neutraliza la guerra porque las voces de los personajes parecen tomar posición en ambos frentes y de esta manera neutralizando la relación de víctima-victimario. No hay opresor ni oprimido, no hay amos ni esclavos. Hay niños muertos de un lado y del otro de la frontera. Sin embargo, no se puede dejar de lado todos aquellos discursos determinantes, como los informativos televisivos que cubren la guerra, y que de alguna manera toman partido por uno u otro.
En el teatro, se dice, que si no hay líneas dramáticas en tensión que manifiesten un conflicto, pues entonces no hay teatro. Es por ello que lo interesante de esta obra es precisamente que no neutraliza la mirada sino más bien, es una fuerte y dura crítica contra los discursos que nos atraviesan, determinan y construyen quién es el opresor y quién el oprimido. En escena se observa, entonces, las tensiones que se producen entre el enfrentamiento del texto con los discursos mediáticos, materializados en la dirección e interpretación, la que por momentos -claves- aparece abruptamente el gesto irónico para alejarse del objeto al que refiere.
Quizá la tragedia como manera, llámese estilo, sea el primer acercamiento a aquello que duele. Y un momento después, ya con cierta distancia, sanada la herida, purgada la pasión, sea lo cómico. Difícil que el arte pueda parir parodias inmerso en la sangre derramada:

“La comedia de la existencia no tiene conciencia de sí, hace falta que el hombre logre cierto estado de emancipación que lo haga ganar distancia sobre las cosas, que lo despegue de la lucha por la sobrevivencia, que le permita reír de sí mismo. (Virasoro Mónica, 2005)

La repetición y el chiste
Muchas veces vemos en el teatro que a través de la reiteración de un motivo se produce el chiste. Recurso que podemos leer en el texto. Pero también en la complicidad de reírnos de aquel que a través de una acción  pone en cuestión su prestigio (como el que resbala con la cáscara de banana, por caso).
En qué onda con Borges, cuatro estudiantes y una profesora integran los personajes que representarán la conflictiva relación de poder entre el opresor/oprimido, en una escuela secundaria. En la mayoría de los casos de violencia escolar mediatizados, el rol de opresor se lo lleva el estudiante mientras que la maestra o algún “compañerito” por lo general, el excluido es el oprimido.
A través de la técnica desarrollada por Augusto Boal del Teatro Foro, el elenco representa la escena de conflicto esperando que algún espectator suba al escenario para “actuar aquello que considera más pertinente” para divorciar aquella conflictiva relación de poder. Dos cosas, al menos, pueden suceder: que la relación de dominación siga existiendo haciendo caso omiso a las opiniones (y actitudes) que uno creía sostener y quede en evidencia un insostenible discurso moral en el cual el “yo pienso que… (la acción del otro)” se diluye en la acción. Finalmente, invita a la autocrítica para dilucidar hasta qué punto estamos atravesados y dominados por los discursos y hasta qué punto sostenemos en la acción lo que decimos que pensamos. Pero la otra posibilidad que podríamos descubrir es que el espectactor sea consecuente con lo que dice y en su convicción sube al escenario porque sabe como diluir esa frontera. Y ¿qué sucede? Sucede que no hay teatro. Si no hay líneas dramáticas en tensión, no hay teatro. Habrá otras cosas, claro está. Una construcción colectiva sobre una posible resolución a un conflicto social. De eso se trata básicamente el Teatro Foro.

Estatuto de los personajes: la estereotipia
El estereotipo puede pensarse como un recorte de un determinado grupo o clase social,  en la que se acentúan determinados rasgos. Para que el estereotipo funcione como tal, también es necesario que esos rasgos tengan cierta regularidad o cristalización y sean colectivamente compartidos por la sociedad. En El secuestro… observamos que se incluye este recurso innegablemente eficaz.
Podría ser viable asociar el personaje estereotipado con la ridiculización, el entorpecimiento, los vicios, pero no es esto lo que sucede en los casos que tomamos. Precisamente, el estatuto de los personajes de El secuestro… está trabajado en el borde del estereotipo: lo que se muestra de lo que se oculta es suficiente para reconocerlo.
El secuestro de Isabelita, tematiza una historia para los argentinos ya pasada. Pero ¿qué tan curada? A quien le pueda divertir esta obra es porque al menos se reconoce en el estereotipo de alguno de los personajes. Militantes excluidos de “partidos más grandes” y huérfanos del mismísimo a quien le deben lealtad enfrentados con la inminente dictadura planean secuestrar a la presidenta. En el afán de ser héroes de una patria soñada, en el proceso de lograrlo comenten errores, en parte, por la ingenuidad de la edad. Estos “héroes” se humanizan en su propia tosquedad.


En términos -aún- generales, los tres casos que tomamos tienen una propuesta diferente desde el teatro para el abordaje de los temas serios. Las tres obras presentan una transformación hacia lo cómico y trabajan sobre una mayor o menor distancia de los objetos a los que se hace referencia. Algunos invitan a una posible resolución colectiva desde la técnica del Teatro Foro y otros invitan a la construcción de una risa que también es producida en el colectivo. Una risa tal vez sanadora, tal vez necesaria o como alguna vez escribió Nietzsche en La gaya ciencia: “debemos de vez en cuando, descansar del peso de nosotros mismos, volviendo la mirada allá abajo, sobre nosotros, riendo y llorando sobre nosotros mismos desde una distancia de artistas”






Bibliografía

Carolina Reznik, Ignacio Sigal y Vanina Spadoni La irrepresentabilidad como mediación en el documental argentino Ponencia presentada en las IV Jornadas de Estética del Cine y Teorías Cinematográficas
Daney, Serge (1998) “El travelling de Kapo” en Perseverancia, Bs. As., Ed.: El amante
Virasoro Mónica (2005) Los tortuosos caminos de la ironía y lo cómico. Revista Figuraciones n°3

Oscar Traversa,  Notas acerca de lo reidero en las tapas de revista, Revista Figuraciones nº5

22/5/10

Las pantallas en el espacio escénico


PRIMERAS JORNADAS DE ESTUDIANTES
Y GRADUADOS EN CRÍTICA DE ARTES
“Cuestiones críticas y la crítica en cuestión”
Área Transdepartamental de Crítica de Artes
Instituto Universitario Nacional del Arte





LAS PANTALLAS EN EL ESPACIO ESCÉNICO

La crítica y los estatutos del arte

El estatuto del arte -en tanto construcción histórica- ha variado su significación a través del tiempo. En nuestra contemporaneidad, al no haber paradigma que defina qué es arte y qué no lo es, entramos en un terreno de problemáticas a la vez fecundo de ideas, teorías y concepciones que abordan los modos en los que se desenvuelve el arte, su relación  con lo social, con la política, la naturaleza, entre otros.
La pregunta por el ser del arte -en tanto que define una práctica social distinta de otras- no permite pensar los fenómenos artísticos de nuestra contemporaneidad. Ya no funciona en un sentido metódico. Es preciso, en cambio, preguntarse: ¿cuándo hay arte? (N. Goodman 1990). Pregunta que no podría haberse formulado sin el paso de las Vanguardias a principios del siglo XX que cuestionaron el status artístico.
Asimismo, se observa  en la crítica de arte  un campo propicio para pensar en aquellos supuestos estéticos -a veces, determinantes- que pueden encontrarse implícitos en los discursos críticos. Por otro lado, podría pensarse que los elementos que configuran el régimen de identificación del arte se encuentran alojados en estos dirscursos. Rancière (2005) define este régimen como el que pone las prácticas en relación con formas de visibilidad y modos de inteligibilidad específicos. Sin este régimen de percepción y de pensamiento que posibilita distinguir formas como formas comunes (es decir, formas legibles), no hay arte.


“Sin Sangre”
        
         La obra “Sin Sangre” que hemos tomado por objeto, presenta características propias a una época, dado que observamos en esta obra una cierta condensación de tendencias que se manifiestan en las producciones teatrales de nuestra contemporaneidad.
Asimismo, podemos afirmar que hay una rica fusión de los lenguajes del teatro y del cine adquiriendo cierta ambigüedad al momento de definir qué lenguaje es el dominante. Esta problemática también se puede trasladar cuando se intenta establecer el género a la que pertenece. El texto original, o primero, es una novela corta y es transpuesta a los ya señalados soportes: el teatro y el cine. Lo complejo de esta transposición es definir el soporte, que establece -como ya lo hemos mencionado- cierta ambigüedad para definir el género.
         Por otro lado, la relación del arte con la tecnología puede ser pensada desde diversos aspectos. Desde la historia, desde la filosofía, la ciencia, entre otros. Usualmente se comienza a enfocar esta relación girando hacia las tecnologías de la información y comunicación.
Pero no tomaremos estos ejes sino que abordaremos nuestro objeto como un discurso en tanto productor de sentidos (Verón), y nos centraremos en el concepto de enunciación, prestando especial atención a la noción de dispositivo (desarrollado este último por Traversa). Estas nociones, nos permitirán, de algún modo, analizar el objeto no desde una posición meramente descriptiva, sino que se intentará demostrar las relaciones o vínculos que se establecen entre productores y receptores y desentrañar las reglas que operan en nuestro objeto elegido.


Antecedentes o disrupción de la obra

  Por supuesto no es nueva la utilización de recursos cinematográficos en el teatro. Podría precisarse incluso que existe desde la aparición del cine y ha continuado a lo largo de la historia. Habría que remontarse a los años veinte en los que Piscator hizo del cine una herramienta para acompañar los principios de su teatro político, luego Brecht introdujo pantallas que acompañaron la configuración de su teatro épico. Años más tarde, y en la llamada “postvanguardia” de los años sesenta se utilizaron provechosamente los avances tecnológicos de las artes audiovisuales y el video en las puestas del Living Theatre, en el teatro de imágenes de Robert Wilson, entre innumerables otros. Este marco de la historia encierra un trabajo escénico permeable a los recursos disponibles y la experimentación de formas dramáticas no tradicionales.
   Continuando estas propuestas durante los ochenta se puede reconocer por ejemplo al grupo catalán Fura dels Baus que por otro lado, además de la experimentación y las puestas en escena, han redactado un manifiesto binario sobre el teatro digital.  Pero también en diferentes líneas, diversos autores incorporaron a la escena los recursos tecnológicos que estaban al alcance.  Lo que se pone en cuestión es el teatro como arte escénico en el que se interrelacionan y mezclan los lenguajes artísticos.
   Ya inmersos en el siglo XXI, podemos encontrar puestas actuales que incorporan recursos cinematográficos como “Mantúa” del grupo TSO (Teatro Sanitario de Operaciones) en la cual las proyecciones completan el relato o funcionan como separadores de los núcleos narrativos. O el caso de “La Paranoia” de Spregelburd, en la cual el uso de una pantalla sirve para proyectar un relato construido desde la escena teatral. En este sentido, observamos que el cine se suma a las puestas mencionadas como un elemento más que configura la obra.
    Por esta razón, creemos que es evidente que en  “Sin Sangre” la utilización del dispositivo cinematográfico no es aquí una parte separada que sea posible aislar de la obra, no es un ornamento o elemento demás. Es, al parecer, una parte constitutiva y fundamental. La fusión entre lenguajes no está sólo en lo que se puede “mirar” sino que, nos arriesgamos a señalar, aquí hay una nueva estrategia de representación, o parafraseando a Rancière, una nueva forma dentro del esquema perceptivo que distingue otra manera de visibilidad del arte.    

Modos de abordaje

Consideramos cuatro variables para el abordaje de nuestro objeto: hiperdispositivo-configuración de personajes-espacio-tiempo. Esta elección no es caprichosa sino que creemos que a través de las variables mencionadas podremos al menos intentar dar cuenta de sus producciones de sentido y de esta manera poder acercarnos, aunque sea aproximadamente, a la especificidad del objeto.

         Hiperdispositivo: Dada la articulación del dispositivo teatral y el dispositivo cinematográfico, quisiéramos enfocarnos en el resultado de este encastre. En esta obra observamos una manera particular de mostrarse. La producción de imágenes posibilitadas por el resultado de este hiperdispositivo anteriormente señalado modifica el esquema perceptual que puede preverse en un contrato de lectura –clásico- entre actores/espectadores: a lo que el espectador de teatro mira como cuerpos en escena que se desenvuelven en un determinado espacio dando un plano específico, se añaden otros nuevos planos. Los cuerpos están ahora expuestos a nuestra mirada mediatizados por una pantalla de cine y en este sentido, si observamos la proyección de un plano detalle, éste fija el punto de vista del espectador dando por efecto su inclusión a la escena.

         Configuración de los personajes: en cuanto a la caracterización de los personajes es importante señalar la fuerte gestualidad y el uso de la amplitud del espectro de la voz que da como efecto de sentido una actuación simbólica, codificada o mejor dicho, del artificio que tiene la interpretación. No habría que olvidar a Pasolini cuando anuncia que el teatro utiliza los mismos signos icónicos que la realidad dando cuenta así del carácter construido que tiene ésta y no sólo exclusivamente de las representaciones teatrales -incluyendo las puestas realistas-. Por otro lado, también notamos el uso que se hace del castellano neutro, más difundido y percibido en los doblajes de cine que en el teatro de habla hispana. Es decir, a través del registro de la voz neutra tanto como el de la interpretación, el artificio está expuesto.

         Espacio: cuando observamos las variables que se suceden en el nivel de la historia y del discurso, es decir, en lo que se cuenta y cómo se lo cuenta, vemos que la configuración del espacio está escenificada con pocos objetos y completada con proyecciones. De esta manera, una escena tomada de la obra que representa a una mujer y un hombre sentados en una mesa de bar se incorpora la proyección de todo ese espacio en donde se ven otras mesas, otras personas, los mozos, entre otros. Otro uso del espacio está dado por la existencia de una translocación de planos, es decir, al plano frontal que da el espacio teatral se suman planos verticales. Será mejor explicar esto ejemplificándolo: se observa una pareja de frente, detrás de ellos una cama parada en vertical. Esto se combina con una proyección de un ventilador de techo visto de frente y que está delante de los actores con lo cual se obtiene un plano cenital de la escena y la pareja no está de pie sino acostada. Con esto queremos decir que el espacio se utiliza tanto frontal como verticalmente.

         Tiempo: en cuanto a la configuración del tiempo se observan los mismos tratamientos que puede haber en el cine como los flashbacks, simultaneidad, condensación, elipsis, pero también el tiempo psicológico más regular en el teatro. Si bien es posible utilizar estas mismas figuras con otras operatorias en el teatro, aquí se resuelven de manera cinematográfica.


Efectos de sentido

Un aspecto que podemos tomar para analizar los efectos de esta producción son las críticas que aparecieron tanto en los diarios como en los sitios Web.
Asimismo, podemos hacer algunos señalamientos respecto de cómo aparecen las variables que hemos considerado en un corpus de críticas seleccionadas para tal fin.
Si tomamos por ejemplo la configuración de los personajes que en este caso es más bien simbólica, codificada y gestual, lejos está de una estética realista y construcción mimética. Esto fue tomado por la crítica desde un partidismo por un estilo aristotélico y no brechtiano si consideramos el efecto de extrañamiento que produce la caracterización de los personajes antes mencionada.
En tanto el abordaje del hiperdispositivo está descrito por la estrategia de la puesta técnica con los elementos que la configuran como las pantallas, proyecciones, fusión de lenguajes, entre otros. En la prensa escrita se introduce reiteradas veces, la voz del director o del grupo para describir la producción de la obra con las categorías estéticas pertinentes o adecuadas.
También se puede señalar cierto carácter magnificado que se le adjudica a la inclusión del cine en la puesta. Nos sorprende esta exacerbación en al menos un sentido: el cine como espacio de intercambio y circulación social -que existe desde fines del siglo XIX- ya no es una experiencia novedosa de manera que si vemos en una pantalla un tren en movimiento es sabido que no saldremos corriendo temerosos de que éste se nos abalance. Es por esta razón que nos preguntamos si es posible adjudicarle al dispositivo -como se lo hace con el género y el estilo- condiciones de previsibilidad que circunscriban conjuntos de regularidades. Si, efectivamente, según ciertas proposiciones (Traversa 2009), un dispositivo estaría previsiblemente asociado a un determinado espacio de circulación, podríamos entonces preguntarnos qué sucede cuando el mismo dispositivo es desplazado a otro espacio. Lo que podemos -con cierto recaudo- señalar es la existencia de cierta fascinación por parte de la recepción en este desplazamiento del cine en articulación con el teatro.
En cuanto al tiempo y espacio nos llama la atención que estas variables no hayan sido tratadas de manera explícita excepto por una crítica que manifiesta descontento en los cambios de temporalidad privilegiando así un ritmo más bien “rápido”, a otro ritmo que comporta un tiempo psicológico, real y por ello asociado a la “lentitud”. Con respecto a esto, podemos continuar la reflexión en cuanto a la existencia de una cierta expectativa -de determinados rasgos, como el tiempo- con respecto a un lenguaje como sucede en cuanto a un género o estilo. En este caso, pareciera adjudicarse al cine un ritmo diferente, más dinámico, más rápido que el teatral. O al menos, eso parece desprenderse de los lineamientos de la crítica.


A modo de conclusión

         La importancia de una producción como ésta reside en el hecho de que parecería inaugurarse una nueva manera de hacer generando un espacio relativamente novedoso de interacción entre la obra y su espectación. Se asistiría entonces a la emergencia todavía difusa de una estrategia diferente que implicaría un nuevo planteo en la representación. Sin embargo, podría suceder que esta práctica se cristalizara y en poco tiempo este espacio, sentido como inédito, se volviera común, o mejor dicho, se integrara a un horizonte de expectativas tendiente a su consolidación.
   Por otro lado, el impacto de nuevas imágenes para el teatro puede despertar la atención del espectador si consideramos que éste tiene un saber preexistente en cuanto a la contemplación de imágenes. Como dice el prólogo de Eulàlia Bosch en Modos de Ver de Jhon Berger “Lo visible no es más que el conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar. La realidad se hace visible al ser percibida”. La creación de estas nuevas producciones que modifican una visibilidad estabilizada atenta contra ese saber previo haciendo más compleja la capacidad perceptiva en la propuesta de una estética que expone una reconfiguración de la división de lo sensible y por ello, generando un espacio inédito, tal como es formulado por Rancière. Pero también Berger señala que la percepción o apreciación de una imagen depende de nuestro propio modo de ver. Ahora bien, puede suceder que descubierto los procedimientos, la atención capturada por desentrañarlos decaiga una vez que éstos se develan. O no, también puede suceder que develado el recurso, el efecto producido sea el de un mayor entusiasmo dado que el espectador comprendió la configuración del espectáculo y al haber significado una materia sensible, posteriormente es susceptible de ser clasificado por el espectador. Sin embargo, la magia existe tras una ilusión sólo si el truco permanece oculto.
De esta manera, no hay respuestas acertadas porque escapa de cualquier alcance prever los efectos de recepción. No hay clausura de sentido, pero al menos, bien vale el intento por desentrañar las reglas que operaran en esta obra. Como sucede en el juego, es preciso conocer sus reglas para acceder al placer que éste promueve.










  

Referencias Bibliográficas

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Traversa, O. (2001). “Aproximaciones a la noción de dispositivo” Signo y seña Nº 12. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras- UBA

Verón, E. (1988) La Semiosis Social. Barcelona: Gedisa
  
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S/F Ultimas dos semanas para ir a ver Sin sangre, la obra del año, 13 de noviembre de 2007, http://www.emol.com/noticias/magazine/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=281717    

Grau, M. (2007) S/T, 28 de octubre de 2007