22/5/10

Las pantallas en el espacio escénico


PRIMERAS JORNADAS DE ESTUDIANTES
Y GRADUADOS EN CRÍTICA DE ARTES
“Cuestiones críticas y la crítica en cuestión”
Área Transdepartamental de Crítica de Artes
Instituto Universitario Nacional del Arte





LAS PANTALLAS EN EL ESPACIO ESCÉNICO

La crítica y los estatutos del arte

El estatuto del arte -en tanto construcción histórica- ha variado su significación a través del tiempo. En nuestra contemporaneidad, al no haber paradigma que defina qué es arte y qué no lo es, entramos en un terreno de problemáticas a la vez fecundo de ideas, teorías y concepciones que abordan los modos en los que se desenvuelve el arte, su relación  con lo social, con la política, la naturaleza, entre otros.
La pregunta por el ser del arte -en tanto que define una práctica social distinta de otras- no permite pensar los fenómenos artísticos de nuestra contemporaneidad. Ya no funciona en un sentido metódico. Es preciso, en cambio, preguntarse: ¿cuándo hay arte? (N. Goodman 1990). Pregunta que no podría haberse formulado sin el paso de las Vanguardias a principios del siglo XX que cuestionaron el status artístico.
Asimismo, se observa  en la crítica de arte  un campo propicio para pensar en aquellos supuestos estéticos -a veces, determinantes- que pueden encontrarse implícitos en los discursos críticos. Por otro lado, podría pensarse que los elementos que configuran el régimen de identificación del arte se encuentran alojados en estos dirscursos. Rancière (2005) define este régimen como el que pone las prácticas en relación con formas de visibilidad y modos de inteligibilidad específicos. Sin este régimen de percepción y de pensamiento que posibilita distinguir formas como formas comunes (es decir, formas legibles), no hay arte.


“Sin Sangre”
        
         La obra “Sin Sangre” que hemos tomado por objeto, presenta características propias a una época, dado que observamos en esta obra una cierta condensación de tendencias que se manifiestan en las producciones teatrales de nuestra contemporaneidad.
Asimismo, podemos afirmar que hay una rica fusión de los lenguajes del teatro y del cine adquiriendo cierta ambigüedad al momento de definir qué lenguaje es el dominante. Esta problemática también se puede trasladar cuando se intenta establecer el género a la que pertenece. El texto original, o primero, es una novela corta y es transpuesta a los ya señalados soportes: el teatro y el cine. Lo complejo de esta transposición es definir el soporte, que establece -como ya lo hemos mencionado- cierta ambigüedad para definir el género.
         Por otro lado, la relación del arte con la tecnología puede ser pensada desde diversos aspectos. Desde la historia, desde la filosofía, la ciencia, entre otros. Usualmente se comienza a enfocar esta relación girando hacia las tecnologías de la información y comunicación.
Pero no tomaremos estos ejes sino que abordaremos nuestro objeto como un discurso en tanto productor de sentidos (Verón), y nos centraremos en el concepto de enunciación, prestando especial atención a la noción de dispositivo (desarrollado este último por Traversa). Estas nociones, nos permitirán, de algún modo, analizar el objeto no desde una posición meramente descriptiva, sino que se intentará demostrar las relaciones o vínculos que se establecen entre productores y receptores y desentrañar las reglas que operan en nuestro objeto elegido.


Antecedentes o disrupción de la obra

  Por supuesto no es nueva la utilización de recursos cinematográficos en el teatro. Podría precisarse incluso que existe desde la aparición del cine y ha continuado a lo largo de la historia. Habría que remontarse a los años veinte en los que Piscator hizo del cine una herramienta para acompañar los principios de su teatro político, luego Brecht introdujo pantallas que acompañaron la configuración de su teatro épico. Años más tarde, y en la llamada “postvanguardia” de los años sesenta se utilizaron provechosamente los avances tecnológicos de las artes audiovisuales y el video en las puestas del Living Theatre, en el teatro de imágenes de Robert Wilson, entre innumerables otros. Este marco de la historia encierra un trabajo escénico permeable a los recursos disponibles y la experimentación de formas dramáticas no tradicionales.
   Continuando estas propuestas durante los ochenta se puede reconocer por ejemplo al grupo catalán Fura dels Baus que por otro lado, además de la experimentación y las puestas en escena, han redactado un manifiesto binario sobre el teatro digital.  Pero también en diferentes líneas, diversos autores incorporaron a la escena los recursos tecnológicos que estaban al alcance.  Lo que se pone en cuestión es el teatro como arte escénico en el que se interrelacionan y mezclan los lenguajes artísticos.
   Ya inmersos en el siglo XXI, podemos encontrar puestas actuales que incorporan recursos cinematográficos como “Mantúa” del grupo TSO (Teatro Sanitario de Operaciones) en la cual las proyecciones completan el relato o funcionan como separadores de los núcleos narrativos. O el caso de “La Paranoia” de Spregelburd, en la cual el uso de una pantalla sirve para proyectar un relato construido desde la escena teatral. En este sentido, observamos que el cine se suma a las puestas mencionadas como un elemento más que configura la obra.
    Por esta razón, creemos que es evidente que en  “Sin Sangre” la utilización del dispositivo cinematográfico no es aquí una parte separada que sea posible aislar de la obra, no es un ornamento o elemento demás. Es, al parecer, una parte constitutiva y fundamental. La fusión entre lenguajes no está sólo en lo que se puede “mirar” sino que, nos arriesgamos a señalar, aquí hay una nueva estrategia de representación, o parafraseando a Rancière, una nueva forma dentro del esquema perceptivo que distingue otra manera de visibilidad del arte.    

Modos de abordaje

Consideramos cuatro variables para el abordaje de nuestro objeto: hiperdispositivo-configuración de personajes-espacio-tiempo. Esta elección no es caprichosa sino que creemos que a través de las variables mencionadas podremos al menos intentar dar cuenta de sus producciones de sentido y de esta manera poder acercarnos, aunque sea aproximadamente, a la especificidad del objeto.

         Hiperdispositivo: Dada la articulación del dispositivo teatral y el dispositivo cinematográfico, quisiéramos enfocarnos en el resultado de este encastre. En esta obra observamos una manera particular de mostrarse. La producción de imágenes posibilitadas por el resultado de este hiperdispositivo anteriormente señalado modifica el esquema perceptual que puede preverse en un contrato de lectura –clásico- entre actores/espectadores: a lo que el espectador de teatro mira como cuerpos en escena que se desenvuelven en un determinado espacio dando un plano específico, se añaden otros nuevos planos. Los cuerpos están ahora expuestos a nuestra mirada mediatizados por una pantalla de cine y en este sentido, si observamos la proyección de un plano detalle, éste fija el punto de vista del espectador dando por efecto su inclusión a la escena.

         Configuración de los personajes: en cuanto a la caracterización de los personajes es importante señalar la fuerte gestualidad y el uso de la amplitud del espectro de la voz que da como efecto de sentido una actuación simbólica, codificada o mejor dicho, del artificio que tiene la interpretación. No habría que olvidar a Pasolini cuando anuncia que el teatro utiliza los mismos signos icónicos que la realidad dando cuenta así del carácter construido que tiene ésta y no sólo exclusivamente de las representaciones teatrales -incluyendo las puestas realistas-. Por otro lado, también notamos el uso que se hace del castellano neutro, más difundido y percibido en los doblajes de cine que en el teatro de habla hispana. Es decir, a través del registro de la voz neutra tanto como el de la interpretación, el artificio está expuesto.

         Espacio: cuando observamos las variables que se suceden en el nivel de la historia y del discurso, es decir, en lo que se cuenta y cómo se lo cuenta, vemos que la configuración del espacio está escenificada con pocos objetos y completada con proyecciones. De esta manera, una escena tomada de la obra que representa a una mujer y un hombre sentados en una mesa de bar se incorpora la proyección de todo ese espacio en donde se ven otras mesas, otras personas, los mozos, entre otros. Otro uso del espacio está dado por la existencia de una translocación de planos, es decir, al plano frontal que da el espacio teatral se suman planos verticales. Será mejor explicar esto ejemplificándolo: se observa una pareja de frente, detrás de ellos una cama parada en vertical. Esto se combina con una proyección de un ventilador de techo visto de frente y que está delante de los actores con lo cual se obtiene un plano cenital de la escena y la pareja no está de pie sino acostada. Con esto queremos decir que el espacio se utiliza tanto frontal como verticalmente.

         Tiempo: en cuanto a la configuración del tiempo se observan los mismos tratamientos que puede haber en el cine como los flashbacks, simultaneidad, condensación, elipsis, pero también el tiempo psicológico más regular en el teatro. Si bien es posible utilizar estas mismas figuras con otras operatorias en el teatro, aquí se resuelven de manera cinematográfica.


Efectos de sentido

Un aspecto que podemos tomar para analizar los efectos de esta producción son las críticas que aparecieron tanto en los diarios como en los sitios Web.
Asimismo, podemos hacer algunos señalamientos respecto de cómo aparecen las variables que hemos considerado en un corpus de críticas seleccionadas para tal fin.
Si tomamos por ejemplo la configuración de los personajes que en este caso es más bien simbólica, codificada y gestual, lejos está de una estética realista y construcción mimética. Esto fue tomado por la crítica desde un partidismo por un estilo aristotélico y no brechtiano si consideramos el efecto de extrañamiento que produce la caracterización de los personajes antes mencionada.
En tanto el abordaje del hiperdispositivo está descrito por la estrategia de la puesta técnica con los elementos que la configuran como las pantallas, proyecciones, fusión de lenguajes, entre otros. En la prensa escrita se introduce reiteradas veces, la voz del director o del grupo para describir la producción de la obra con las categorías estéticas pertinentes o adecuadas.
También se puede señalar cierto carácter magnificado que se le adjudica a la inclusión del cine en la puesta. Nos sorprende esta exacerbación en al menos un sentido: el cine como espacio de intercambio y circulación social -que existe desde fines del siglo XIX- ya no es una experiencia novedosa de manera que si vemos en una pantalla un tren en movimiento es sabido que no saldremos corriendo temerosos de que éste se nos abalance. Es por esta razón que nos preguntamos si es posible adjudicarle al dispositivo -como se lo hace con el género y el estilo- condiciones de previsibilidad que circunscriban conjuntos de regularidades. Si, efectivamente, según ciertas proposiciones (Traversa 2009), un dispositivo estaría previsiblemente asociado a un determinado espacio de circulación, podríamos entonces preguntarnos qué sucede cuando el mismo dispositivo es desplazado a otro espacio. Lo que podemos -con cierto recaudo- señalar es la existencia de cierta fascinación por parte de la recepción en este desplazamiento del cine en articulación con el teatro.
En cuanto al tiempo y espacio nos llama la atención que estas variables no hayan sido tratadas de manera explícita excepto por una crítica que manifiesta descontento en los cambios de temporalidad privilegiando así un ritmo más bien “rápido”, a otro ritmo que comporta un tiempo psicológico, real y por ello asociado a la “lentitud”. Con respecto a esto, podemos continuar la reflexión en cuanto a la existencia de una cierta expectativa -de determinados rasgos, como el tiempo- con respecto a un lenguaje como sucede en cuanto a un género o estilo. En este caso, pareciera adjudicarse al cine un ritmo diferente, más dinámico, más rápido que el teatral. O al menos, eso parece desprenderse de los lineamientos de la crítica.


A modo de conclusión

         La importancia de una producción como ésta reside en el hecho de que parecería inaugurarse una nueva manera de hacer generando un espacio relativamente novedoso de interacción entre la obra y su espectación. Se asistiría entonces a la emergencia todavía difusa de una estrategia diferente que implicaría un nuevo planteo en la representación. Sin embargo, podría suceder que esta práctica se cristalizara y en poco tiempo este espacio, sentido como inédito, se volviera común, o mejor dicho, se integrara a un horizonte de expectativas tendiente a su consolidación.
   Por otro lado, el impacto de nuevas imágenes para el teatro puede despertar la atención del espectador si consideramos que éste tiene un saber preexistente en cuanto a la contemplación de imágenes. Como dice el prólogo de Eulàlia Bosch en Modos de Ver de Jhon Berger “Lo visible no es más que el conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar. La realidad se hace visible al ser percibida”. La creación de estas nuevas producciones que modifican una visibilidad estabilizada atenta contra ese saber previo haciendo más compleja la capacidad perceptiva en la propuesta de una estética que expone una reconfiguración de la división de lo sensible y por ello, generando un espacio inédito, tal como es formulado por Rancière. Pero también Berger señala que la percepción o apreciación de una imagen depende de nuestro propio modo de ver. Ahora bien, puede suceder que descubierto los procedimientos, la atención capturada por desentrañarlos decaiga una vez que éstos se develan. O no, también puede suceder que develado el recurso, el efecto producido sea el de un mayor entusiasmo dado que el espectador comprendió la configuración del espectáculo y al haber significado una materia sensible, posteriormente es susceptible de ser clasificado por el espectador. Sin embargo, la magia existe tras una ilusión sólo si el truco permanece oculto.
De esta manera, no hay respuestas acertadas porque escapa de cualquier alcance prever los efectos de recepción. No hay clausura de sentido, pero al menos, bien vale el intento por desentrañar las reglas que operaran en esta obra. Como sucede en el juego, es preciso conocer sus reglas para acceder al placer que éste promueve.










  

Referencias Bibliográficas

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Steimberg, O. (1998) Semiótica de los medios masivos. El pasaje de los medios a los géneros populares.  Buenos Aires: ATUEL

Traversa, O. (2001). “Aproximaciones a la noción de dispositivo” Signo y seña Nº 12. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras- UBA

Verón, E. (1988) La Semiosis Social. Barcelona: Gedisa
  
Goodman, N. (1990) “Maneras de hacer mundos” en ¿Cuándo hay arte? Madrid: Visor

Ranciére, J. (2005) Sobre políticas estéticas, Barcelona: MACBA - Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona

Danto A. (1997) Después del fin del arte, Buenos Aires: Paidós (2003)

Rago, M.A. (2008). Teatro y cine, unidos. 8 de septiembre de 2008, http://www.clarin.com/diario/2008/09/08/um/m-01754421.htm   

Cruz, A. (2008). Arte y tecnología, lenguajes articulados. 8 de septiembre de 2008, http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1047564  

Porter, M. (2008) Sin Sangre: teatro en pantalla grande. 9 de septiembre de 2008, http://www.rollingstone.com.ar/weblogs/mixedmedia/nota.asp?nota_id=1048094  

Berman M. (2008) No sólo renovación técnica. 9 de septiembre de 2008, http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=1370   

Toro, P. (2008) Sin sangre: la venganza es el único camino. 23 de octubre de 2008, http://www.ctrlz.cl/2009/05/07/sin-sangre-la-venganza-es-el-nico-camino  

Estrada, D. (2007) Teatro: la fuerza de la memoria sin sangre, 16 de septiembre de 2007, http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=8523&Itemid=62  

S/F Ultimas dos semanas para ir a ver Sin sangre, la obra del año, 13 de noviembre de 2007, http://www.emol.com/noticias/magazine/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=281717    

Grau, M. (2007) S/T, 28 de octubre de 2007